El cáncer de colon o recto (comúnmente conocido como cáncer colorrectal), afecta al colon (intestino grueso) o recto.
El cáncer colorrectal es el cuarto cáncer más común, excluyendo los cánceres de piel.
El riesgo de desarrollar cáncer colorrectal durante toda la vida es de 1 en 22 (4,5%). Los siguientes factores aumentan el riesgo:
El cáncer colorrectal raramente causa síntomas en sus etapas iniciales. Generalmente comienza como un pólipo colorrectal benigno. Estos pólipos se encuentran comúnmente durante los exámenes de detección estándar del colon y el recto. Mientras que la mayoría de los pólipos no se convertirá en cáncer, ciertos tipos pueden ser precancerosos. La eliminación de pólipos reduce el riesgo futuro de cáncer colorrectal de una persona.
Los análisis de sangre oculta en heces y la sigmoidoscopía flexible se usan a menudo para detectar el cáncer colorrectal. Sin embargo, la colonoscopia se considera el "estándar de oro" prueba de detección y es el método preferido a menos que los problemas médicos lo impidan.
Análisis de sangre oculta en heces: Una prueba simple que detecta cantidades invisibles de sangre en múltiples muestras de heces. Si se encuentra sangre, puede ser un signo de un pólipo colorrectal o cáncer. Si la prueba es positiva, se necesita una colonoscopia.
Colonoscopia: Examen de todo el colon con un tubo flexible largo y delgado con una cámara y una luz en el extremo (colonoscopia). Esto permite a los médicos no sólo ver todo el colon, sino quitar pólipos al mismo tiempo.
Sigmoidoscopia flexible: Examen del recto y del colon bajo con un instrumento flexible e iluminado. Si se encuentra una anomalía, se necesita una colonoscopia.
Enema de bario con contraste de aire: Durante esta prueba de rayos X, el colon se llena de aire y contraste (colorante) para hacer visible el revestimiento. Se utiliza principalmente si no se puede realizar una colonoscopia completa.
Programa de detección: Como parte de un programa de detección de cáncer colorrectal, la colonoscopia se recomienda habitualmente para adultos a partir de los 50 años. La realización de una colonoscopia cada 10 años es práctica habitual. La sigmoidoscopía flexible cada 5 años con pruebas de sangre oculta en las heces anuales es una opción aceptable cuando no se puede realizar la colonoscopia.
Las personas que tienen pólipos precancerosos completamente eliminados deben realizar una colonoscopia cada 3 a 5 años. La frecuencia de la colonoscopia depende del tamaño, tipo y número de pólipos y resultados de la biopsia. Si un pólipo no se elimina completamente durante la colonoscopia o la cirugía, se debe realizar una colonoscopia de seguimiento en 3 a 6 meses.
La mayoría de los pacientes con cáncer colorrectal deben someterse a una colonoscopia dentro de un año de la cirugía inicial y luego cada tres años después para la vigilancia. Si el colon entero no pudo ser examinado antes de la cirugía, la colonoscopia se debe hacer dentro de 3 a 6 meses de la cirugía.
Los pacientes con colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn durante 8 o más años deben realizarse una colonoscopia con biopsias múltiples cada 1 a 2 años.
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